Me aburren las historias de amor, los principes sin defectos que quieren que camines con zapatitos de cristal. Quizá fue que el tiempo marchitó futuras esperanzas, que el corazón se cansó de apostar por el caballo perdedor. Igual influye que al cerrar los ojos ya no sueño con castillos y mensajes de buenos días, con una historia de dos que sea de todo menos normal. Pasaron tantos meses desde aquel último beso sincero que apenas recuerdo el sabor de un te quiero, el suplicar que te quedes un ratito mas. Ha llovido tanto desde entonces... Demasiados adios para tan pocos hasta luego, demasiadas ilusiones para un solo corazón.
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