miércoles, 20 de abril de 2011

No me hace falta ser fuerte, él lo es por mí. No me permite que llore, él llora por los dos. Ni el cristal más fino, se asemeja a lo transparente que puede llegar a ser, cuando le miro a los ojos. Hizo que mis latidos tuviesen sentido. Por cada lágrima, él tiene preparado una palabra, para poder callarlas. Él espera, nunca abandona. Siempre está ahí, en el momento más inesperado y necesario. La primera vez que le conocí, fue cuando me enamoré de él. Aunque no lo admita, se preocupa demasiado por todo. Soy orgulloso, y él cabezota. Pero si no es con él, ni él es conmigo, que esos latidos se paren, porque ya no les encontraría sentido alguno. 

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